Así como Jesús enseñaba a través de parábolas que los oyentes debían comprender y aplicar en su vida, nuestro proceso inicial busca sembrar las semillas del conocimiento en el corazón y la mente de cada estudiante.
Siguiendo el modelo de Jesús, quien enviaba a sus discípulos a “practicar” lo que les enseñaba (como en la misión de los 72 discípulos), nosotros fomentamos que los estudiantes actúen y experimenten lo aprendido.
Evaluar con justicia y empatía refleja el llamado cristiano a reconocer el esfuerzo de cada persona y a motivar a seguir creciendo.
Esta evaluación global refleja el llamado a “dar frutos abundantes,” permitiendo a los estudiantes ver cómo su esfuerzo y aprendizaje generan resultados tangibles para ellos y para la comunidad.